l discípulo no podía reprimir las ganas que tenía de contarle al Maestro el rumor que había oído en el mercado.
– Aguarda un minuto, dijo el Maestro.
– Lo que piensas contarnos ¿es verdad?
– No lo creo.
– ¿Es útil?
– No, no lo es.
– ¿Es divertido?
– No.
– Y Entonces, ¿por qué tenemos que oírlo?
– No lo creo.
– ¿Es útil?
– No, no lo es.
– ¿Es divertido?
– No.
– Y Entonces, ¿por qué tenemos que oírlo?
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