DESCUBRIR A DIOS


En Oriente, un gran rey fue a visitar a su maestro y le dijo: "Soy un hombre muy

ocupado, ¿podría decirme cómo puedo llegar a unirme con Dios? 

¡Respóndame en una sola frase!"

Y el maestro le dijo: "¡Le daré la respuesta en una sola palabra!"

"¿Qué palabra es esa?", preguntó el rey. Dijo el maestro: ¡Silencio!"

"¿Y cuándo podré alcanzar el silencio?", dijo el rey. "Meditación", dijo el maestro.

La meditación en Oriente significa no pensar, estar más allá del pensamiento.

Entonces dijo el rey: "¿ Qué es la meditación?" El maestro respondió: ¡Silencio!"

"¿Cómo lo vaya descubrir?", preguntó el rey.

"Silencio", respondió el maestro.

"¿Cómo vaya descubrir el silencio?"

"¡Meditación!"

"¿Y qué es la meditación?"

"¡Silencio!"

Silencio significa ir más allá de las palabras y de los pensamientos. 

¿Qué hay de erróneo en las palabras y en los pensamientos? 

Que son limitados.

Dios no es como decimos que es; nada de lo que imaginamos o pensamos. 

Eso es lo que tienen de erróneo las palabras y los pensamientos.

La mayoría de las personas permanecen presas en las imágenes que han hecho de Dios. 

Éste es el mayor obstáculo para llegar a Él. 

¿Le gustaría experimentar el silencio del que hablo?

El primer paso es comprender. 

¿Comprender qué? 

Entender que Dios no tiene nada que ver con la idea que tenía de Él.

En la India hay muchas rosas. 

Supongan que no he sentido nunca en mi vida el olor de una rosa. 

Pregunto cómo es el perfume de una rosa. 

¿Podrían describirlo?

Si usted no puede describir una cosa simple como el perfume de una rosa,

¿cómo podría alguien describir una experiencia de Dios? 

Todas las palabras son inadecuadas. 

Dios está absolutamente más allá.

Eso es lo erróneo de las palabras.

Alguien le dijo al pez:

"¡Oh, qué cosa tan inmensa es el océano! ¡Es grande, maravilloso!"

Y el pez, nadando en todas direcciones, pregunta: "¿Dónde está el océano?"

"Tú estás dentro de él."

¡Pero el pez ve tan sólo agua!

No consigue reconocer el océano. Está preso de la palabra. ¿Será esto lo que

sucede con nosotros? ¿Será que Dios nos está mirando a la cara y que, por estar

presos de ciertas ideas, no lo reconocemos? ¡Sería trágico!

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